martes, 24 de agosto de 2010

HISTORIA

El primer dato conocido hasta el momento relativo a nuestra Hermandad fue hallado por el historiador Antequera Luengo. Se trata de un traslado de 1599 de parte de las cláusulas testamentarias que dejó establecidas en Junio de 1556 el Presbítero local Bartolomé Ximenes ante el escribano público Gregorio Ruiz Ramos, donde se indica que a partir de su fallecimiento se digan unas misas todos los viernes ante la “efigie de Nuestra Señora de la Soledad con Pena”. Este documento ha llevado a plantear la hipótesis de trabajo de que en esa época tan remota la Imagen de la Virgen hubiese recibido culto en la Iglesia Parroquial de Santa María de la Asunción, puesto que todas las mandas del presbítero Ximenes se centraban en misas en la Capilla de Santa Ana, espacio de la Parroquial donde se puede apreciar una de las principales iniciativas que llevó a feliz término este renombrado sacerdote alcalareño del XVI: el retablo de Santa Ana, ejecutado por el imaginero Roque de Balduque, con pinturas atribuidas a Andrés Ramírez. También es igualmente relevante la figura de este presbítero, que murió en 1563, por el importante legado patrimonial que dejó a la Fábrica Parroquial (con el clérigo Martín Velázquez como mayordomo en aquellos años), a la que nombra heredera universal de su inmenso patrimonio, compuesto por una suerte considerable de casas y tierras.
La autoría de la Imagen bendita de la Virgen Santísima, Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, sigue siendo un misterio, pero diversos investigadores aluden al círculo de los más renombrados imagineros y escultores que trabajaron en Sevilla durante la segunda mitad del siglo XVI, empezando por Juan Bautista Vázquez “el Viejo”, y continuando con Gaspar del Águila, Gaspar Becerra, Miguel Adán o Jerónimo Hernández. El acusado hieratismo que imprime la talla, la gran belleza clásica y serenidad del rostro, el cuello sin anatomizar, la mirada baja y serena, las comisuras de los labios esbozando una leve sonrisa, la delicadeza de sus rasgos, el porte de Virgen Reina, los documentos históricos hallados, … y todo un conjunto de características claramente constatables, nos permiten certificar que nos encontramos ante una de las tallas de la Virgen más antiguas de toda la Archidiócesis sevillana, conservando rasgos de similitud con otras dolorosas del siglo XVI (Nuestra Señora de la Soledad de San Lorenzo, Nuestra Señora de la Soledad de Cantillana, Nuestra Señora de la Soledad del Puerto de Santa María, …)

En cuanto a la Imagen del Señor de la Misericordia, nos hallamos igualmente ante una imponente talla de Cristo Yacente de autor desconocido y datable en el último tercio del siglo XVI. De impresionante realismo en su concepción artística evidenciando todos los signos post-mortem, como rasgo característico señalar que cuenta con los brazos articulados, lo que permite la escenificación cada Viernes Santo de su Descendimiento de la Cruz, acto ancestral y sublime de la Semana Santa alcalareña. Está realizado en pasta-madera, como tantos Yacentes que se tallaran en el siglo XVI para la Evangelización del Nuevo Mundo.
No habiéndose hallado aún las Reglas Fundacionales de la Hermandad, en 1579 se inician una serie de conversaciones con los Cofrades de San Bartolomé, resultando aprobadas en 1582 por el Arzobispado las primeras reglas conocidas, de Fusión con la Hermandad del Santo Apóstol (de la que se tiene noticia desde 1504). En esta época el mayordomo de la Hermandad era Simón García de Carmona, y sus alcaldes Pedro Martín Moreno y Diego García de la Ceniza, personajes todos de la máxima importancia en la localidad, desempeñando funciones diversas en el gobierno local. Se estima que con anterioridad a dicha Fusión, la Hermandad tenía su sede en la Ermita del Santo Patrono Gregorio de Osseth, y que fue a partir del periodo 1579-1582 cuando la Hermandad establece su sede canónica en el Hospital de San Bartolomé (importante centro caritativo y asistencial que regentaba la Hermandad a la que daba título el Apóstol), próximo a la Ermita de San Gregorio. En estas primeras reglas conocidas se evidencia el marcado carácter devocional de Nuestra Señora, adoptando una doble cualidad, de Pasión y de Gloria, puesto que se establece la salida en procesión el Viernes Santo con la insignia de Cristo Yacente y el Domingo de Resurrección con la insignia del Señor Resucitado. Esta dualidad devocional, propia y característica de las hermandades de la Soledad, su mucha antigüedad, los milagros atribuidos y el acendrado fervor que inspira entre todos los alcalareños, hace de Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad el centro devocional de nuestra Hermandad y de nuestro pueblo, hecho corroborado en el decreto de su Coronación Canónica en 1996 por la Santa Madre Iglesia.



En 1587, figurando Alonso Maldonado como mayordomo de la Hermandad, en el Oficio 23 de Sevilla, se concierta la hechura de un Cristo de Resurrección con Juan Bautista de Aguilar, “escultor de figuras de bulto”. Dicha Imagen de Cristo Resucitado aún pervive en nuestra localidad, precisamente colocado en el altar barroco que fuera de la Virgen Santísima, en el lado de la Epístola de la Ermita de San Gregorio.
En los siglos XVI y XVII es evidente en la Hermandad la vocación de Caridad y asistencia a los más necesitados, con el mantenimiento a su cargo del Hospital de San Bartolomé, institución clave de este periodo en nuestro pueblo. Desde las primeras décadas del XVII se suceden los testamentos con legados patrimoniales a la Hermandad, los tributos a su favor, el establecimiento de misas por el eterno descanso del testador …, lo que redunda en su consolidación económica. Al frente de la Hermandad seguimos hallando personajes de la máxima relevancia local, como el capitán don Andrés del Águila en 1602, que fuera escribano público desde finales del XVI y Regidor Perpetuo de la villa, y en 1604 nos encontramos a otro escribano como mayordomo de la Hermandad, don Alonso de Aguilar. En 1607, doña Bernardina Ortiz de Carranza, en su testamento, establece la donación a la Imagen de Nuestra Señora de la Soledad de sus mejores atuendos (una saya de terciopelo negro, un manto de seda del mismo color, y unas mangas de terciopelo negro bordadas en oro), legado ejemplar de esta ilustre señora de la dinastía de los Carranzas alcalareños, que nos permite conocer cómo era ataviada Nuestra Señora en tiempo tan remoto, siendo el negro el color preeminente, símbolo del luto y dolor que padeció la Virgen Santísima. Y más adelante, en 1639, ya consta documentalmente que la Hermandad se encuentra establecida en su ubicación secular desde entonces, la Capilla más cercana al Presbiterio de la Real Ermita de San Gregorio, por escritura otorgada ante el escribano don Cristóbal Ruiz Merchante Morón y Ramos, que fuera asimismo escribano de la Hermandad en aquellos instantes, y padre de otros personajes vinculados con la Hermandad en la segunda mitad de este siglo XVII, don Salvador y don Andrés Ruiz de Carranza.


En ese momento de retorno a la Ermita del Patrón (1630-1639), dejan constancia los visitadores arzobispales que en el interior de nuestra Capilla figura un Cristo Crucificado de bulto (no hay duda de que se trata del Señor de la Misericordia en posición de crucificado, puesto que la Imagen del Señor es articulada para posibilitar la Función Solemne de su Descendimiento), Nuestra Señora de la Soledad y el Señor Resucitado. Pasados unos años, concretamente en 1681, sabemos por el documento redactado por un visitador del Arzobispado, que la Imagen de la Virgen se halla situada frente al Santo Patrono Gregorio de Osseth, en el Presbiterio de la Ermita, permaneciendo en el interior de la Capilla las otras dos tallas del Señor (en posición de Crucificado) y del Resucitado. Este cambio de ubicación de la Virgen al presbiterio de San Gregorio, a un altar propio, sin duda obedece a lo acendrado y extensísimo de la devoción que todo el pueblo le ha profesado secularmente.
Durante el siglo XVIII, podemos constatar documentalmente en el Archivo de protocolos notariales de Sevilla, así como en el Arzobispal, la enorme cantidad de testamentos en los que se establecen legados de todo tipo a favor de la Hermandad. Se constata un acusado enriquecimiento patrimonial, al tiempo que se continúa con las actividades caritativas propias del Hospital de San Bartolomé. Así, es de destacar en esta centuria el mecenazgo del presbítero José Antonio Zambrano de la Parra, y por otro lado la donación que en 1753 efectúa el Regidor Perpetuo de la villa y mayordomo de la Fábrica Parroquial, don Andrés Adame Zambrano de las letras de plata con la leyenda del Stabat Mater y que componen las cuatro caras internas de la bambalina del Paso de los traslados al Septenario, iniciando el patrocinio y mecenazgo ejercidos sobre la Hermandad por parte de esta ilustre familia soleana, los Zambrano. Años más tarde, tras el Terremoto de Lisboa, este mismo personaje donaría a la Hermandad el altar barroco donde hoy día recibe culto el Señor Resucitado, pero que fue durante más de cincuenta años el altar de la Virgen Santísima, frente a San Gregorio en el Presbiterio de la Ermita del Patrono. También establece este personaje en su testamento que de la renta obtenida cada año de una tierra de su propiedad cercana a nuestro pueblo, “los Picones”, se costeasen gastos propios de la Hermandad.




Durante todo el siglo XIX, los puestos de mayor responsabilidad en la Hermandad son ocupados por miembros de la Familia Zambrano; así se van sucediendo en el cargo de mayordomo: Gregorio Zambrano Velázquez (y sus hermanos Juan, Francisco de Paula, Antonio Andrés y Antonio Eugenio), Fernando Zambrano Criado, los hermanos Fernando y Manuel de la Soledad Zambrano Zambrano y por último a finales de siglo, Fernando Zambrano Naranjo. La primera mitad del siglo corresponde, por tanto, a una preemiencia de esta dinastía, que rige todos y cada uno de los aspectos de nuestra Hermandad, con una seriedad y formalidad no comparables en nuestra localidad en lo que supone la gestión de una corporación cofrade. Así, en 1821 se comienza la escritura del Libro de Acuerdos (valiosísimo ejemplar encuadernado que se conserva en el Museo de la Hermandad, donde se dejan asentados los Cabildos y los Balances de ingresos y gastos año tras año); se redactan nuevas Reglas en 1832 (ejemplar encuadernado, con innumerables ilustraciones pintadas exquisitamente por el secretario Antonio Peraza); se abre un Censo General de Hermanos (1845), y se adquiere una Casa para los enseres de la Hermandad en la calle Ilipa Magna, junto al edificio del Ayuntamiento. En el terreno religioso, también a iniciativa de esta familia, existe constancia documental de la celebración anual del Septenario Doloroso desde 1812, precisamente con cargo a las rentas obtenidas de “los Picones”, tierra que heredara José Antonio Zambrano de la Parra y Figueroa de Ortiz (famoso ganadero y hacendado alcalareño) de su tío, antes citado, Andrés Adame Zambrano. Se va sucediendo de padre a hijo, en esta misma familia, el cargo de Patrono del Septenario Doloroso, cuya misión era proveer a la Hermandad cada año de los fondos recaudados de “los Picones” para que se sufragasen todos los gastos originados por la celebración del Septenario. Así, ocupan este importante cargo: Antonio Eugenio Zambrano Velázquez y su hijo José Zambrano García-Rull. En 1844 aparece documentada en el Libro de Acuerdos la incorporación a los desfiles procesionales del paso del Triunfo de la Santa Cruz sobre la Muerte, popularmente conocido como “La Canina”, a imagen y semejanza de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla. Y también se incorpora a los desfiles procesionales la representación de las Legiones Romanas, es decir, los populares Armaos.



Otras ilustres familias soleanas de este siglo XIX son los Criado, los Freire y los García de Montesdeoca, todos emparentados con los Zambrano antes citados. Así, soleanos de renombre en esta época son: Fernando Freire y Rull (famoso ganadero alcalareño a quien se deben las gestiones, junto al cura don Manuel Peraza, para defender la santidad de nuestro Patrón ante el Arzobispado); sus sobrinos Fernando y Pilar Criado Freire (ésta última donaría a la Hermandad el  corazón atravesado de puñal en forma de Sol que siempre ha sido colocado en la peana de Viernes Santo de Nuestra Señora); Josefa García de Montesdeoca (esposa de Fernando Freire Rull, que establece misas los viernes ante el altar de Nuestra Señora), …
Pero son los Zambrano quienes se distinguen ejemplarmente, sucediéndose en todo el siglo XIX las donaciones de estos hermanos, hecho que va configurando el riquísimo patrimonio de piezas de orfebrería, tallado y bordado de la Hermandad, verdaderas obras de arte, como son: el Manifestador de plata de finales del XVIII legado por Josefa Naranjo Zambrano; el altar neoclásico de 1817 costeado por varios integrantes de esta familia; la corona encargada al gran orfebre Palomino por María Dolores Zambrano García; la peana de Viernes Santo; saya, peto, mangas y manto de la Virgen para el paso del Septenario; los faroles de entrevaral de mediados del XIX, donados en unión con los Freire; la candelería antigua del Septenario y Viernes Santo; la peana del paso de traslados al Septenario; los vestidos de los Armaos…






A finales del siglo XIX y principios del XX, existe constancia documental de que Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad procesionaba en el espléndido palio de plata roultz que el orfebre catalán Francesc de Paula Isaura realizó para la Esperanza Macarena en 1881, y que en 2008 ha sido restaurado por parte del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico. En estos años finales del XIX, la Hermandad entra en una etapa de gran esplendor durante la mayordomía del Cura don Manuel Zambrano García, ya que bajo su mandato y gracias a su gestión e impulso se van sucediendo una serie de estrenos históricos, hasta culminar el magnífico Paso de Palio de Viernes Santo (manto, saya, faldón delantero y palio), con bordados documentados de las Hermanas Antúnez, Patrocinio López, Concepción Requena y Concepción Peláez, y con diseños del genial Manuel Beltrán Jiménez. Así, en los primeros años del siglo XX deja de procesionar la Virgen en el palio de plata roultz de Isaura (que aparece a partir de 1905 en la Hermandad de Los Gitanos de Sevilla), y se culmina la obra magna de la Semana Santa de nuestro pueblo, como es el paso de palio de Viernes Santo de la Virgen Santísima.
Otro estreno de suma importancia en esta etapa del Cura Zambrano es la nueva canastilla del Paso del Santo Entierro, tallada por el Sr. Falcet, que también trabajara para la Hermandad de La Macarena en aquellos años primeros del siglo XX. En cuanto a la Urna, bellísima de estilo neoclásico, se mantuvo la preexistente, siendo una auténtica joya del tallado clásico sevillano y atribuible al reconocido imaginero Juan de Astorga, con diseño de Melchor Cano, a semejanza de la Urna en la que recibe culto el Cristo Yacente de la Hermandad del Santo Entierro de Sevilla (1829).



Volviendo a los estrenos del periodo 1897-1907, se incorpora al patrimonio la figura del Ángel (de escuela valenciana) que se conserva en la Capilla de la Hermandad; se estrena el Simpecado y se consolida una nueva forma de organización de los cultos y procesiones, más cercanos a los cánones que establece la Semana Mayor Hispalense. En esta etapa de estrenos históricos para la Hermandad, las camareras de Nuestra Señora fueron sucesivamente Josefa Naranjo Zambrano y su hija María de los Dolores Zambrano Naranjo; mientras que los priostes eran los hermanos Diego y Gregorio Sánchez Grande.




Ya entrados en el siglo XX, se suceden diversos acontecimientos de trascendencia que marcan el devenir de nuestra Hermandad hasta llegar al momento glorioso de la Coronación Canónica de Nuestra Señora. Así, destacamos el periodo iniciado a continuación de las nuevas Reglas de 1907, con el Sr. Manuel Velasco Zambrano al frente de la Hermandad, seguido en el mismo cargo durante más de medio siglo, por los Sres. Hermenegildo Velázquez García y su hijo Ramón Velázquez Zambrano, resultando ambos nombrados Hermanos Mayores Honorarios, en atención a su gran dedicación y labor desarrollada; distinción que también recibiría otro hermano ejemplar que durante muchos años fuera tesorero, don Manuel Romero Herrera. En las primeras décadas del siglo XX, el altar neoclásico que donaran los Zambrano (1817) donde reciben culto el Señor y la Virgen, es trasladado al interior de nuestra Capilla, abandonando nuestros Titulares la ubicación secular del Presbiterio de San Gregorio. Y al mismo tiempo, el Señor Resucitado, que estaba en el antiguo altar de la Virgen dentro de nuestra Capilla, pasaría a ser colocado en el Presbiterio, tal y como podemos contemplarlo en la actualidad. La Hermandad recibe generosos obsequios de los Marqueses de Pickman, don Guillermo y doña Teresa Pérez Grande, ésta última alcalareña y soleana, pariente de los Sánchez Grande (priostes), antes citados. Son destacables asimismo en esta primera mitad de siglo, las buenas maneras en el arte de vestir a Nuestra Señora de sus camareras, Encarnación Osuna Noguera “la Mataora”, y las hermanas Dolores y Asunción Palop Zambrano, de lo cual son buen ejemplo las bellísimas fotografías de la Virgen que conserva la Hermandad de este periodo histórico en su Museo.




En 1933, año especialmente conflictivo a causa de la situación política española, el único paso que procesionó en Alcalá del Río fue el de la Soledad (con el Señor a los pies de la Virgen en el paso de Viernes Santo, sin palio), a pesar de las recomendaciones en contra que se dieron desde el poder político. Existe constancia documental (cartas de Hermenegildo Velázquez a su hijo Ramón, así como recortes varios de prensa), de que el pueblo entero se volcó y resultó una jornada inolvidable, apoteósica, con una verdadera explosión de fervor cofrade hacia nuestros Titulares. Más adelante, en 1943 se estrenan los varales del paso de Viernes Santo, obra maestra de Bautista (discípulo de Cayetano González). El Viernes de Dolores de 1952, el Cura don Manuel Rojas impone a Nuestra Señora en la Solemne Función del Viernes de Dolores la magnífica corona de plata sobredorada que realizara el prestigioso orfebre Manuel Seco Velasco, tallada a dos caras y que es una de las principales piezas de orfebrería que atesora la Hermandad. En 1959 hace por primera vez acto de presencia el Viernes Santo la Banda de La Legión, que mantiene desde entonces una gran vinculación con la Hermandad, hecho que motivó en 1989 la decisión de nombrar Hermano Mayor Honorario a este Honorable Cuerpo de La Legión. En 1964, nuestro hermano Manuel Romero Herrera (gran benefactor de la Hermandad) dona la finca “La Peña Negra”, doce hectáreas de tierra situada precisamente en “los Picones”, y que desde la segunda mitad del siglo XVIII se conoce popularmente como la “Haza de la Virgen”. En 1965 es reinaugurada nuestra Capilla, tras la espléndida labor de restauración y reforma general acometida en la misma (bellísimo retablo cerámico de Ramos Rejano a modo de zócalo, con representaciones de las estaciones del Vía Crucis; nuevos entallados y dorado del altar neoclásico que donaron los Zambranos en 1817; artesonado; hermosas vidrieras con ángeles; tapizado de las paredes y nueva reja para la entrada). Personajes relevantes por su trabajo en todos estos años resultarían: José Sánchez Arteaga y su hijo José Sánchez García-Baquero, los hermanos De la Cueva Palop, Amparo López Zambrano, Luis Gallardo, Manuel García-Baquero Marín, la camarera Dolores Velasco Moreno-Zúñiga, Jerónimo Peruyera, Sebastián Bravo, los hermanos Montaño Ortega, Fernando González Zambrano “Tascón”, … En 1969 se estrenan los nuevos pasos del Señor y de la Muerte, tallados por el artista local Francisco Velasco Barahona (que también tallara el del patrón San Gregorio por esos años) adaptados para ser portados por costaleros; y también la nueva saya para la Virgen que bordara Carrasquilla.




En 1972 se puede considerar que comienza una nueva etapa en la historia de la Hermandad, con la Junta de Gobierno elegida en aquellos momentos, y que encabezara Juan Zambrano Velázquez. Comienzan unos años decisivos, con un mayor compromiso y participación de todos los soleanos en los quehaceres de la Hermandad, produciéndose grandes estrenos. Así, en los años 1974 y 1975 se estrenan los respiraderos y candelabros de cola del paso de Viernes Santo, obra maestra del taller Villareal. En 1973 se estrena la ráfaga de la Virgen; la toca de sobremanto y la saya y manto de camarín de las Hermanas Trinitarias, … Destacar también a nuestra hermana Carmen Olmedo Velázquez, que donara en 1977 la candelería completa del paso de Viernes Santo, obra cumbre de los talleres Villareal. Y ya con José Velázquez Moreno en el cargo de Hermano Mayor, se crean y consolidan las cuadrillas de hermanos-costaleros. Siguió en 1983 como Hermano Mayor Fernando Barahona Ruiz, bajo cuyo mandato se crea la Juventud Cofrade, y empieza a organizarse de una forma más eficaz el cuerpo de hermanos-nazarenos en los desfiles procesionales.


En 1987 comienza su andadura la nueva Junta de Gobierno elegida aquel año, encabezada por Manuel Montaño García-Baquero, que estuvo doce años al frente de la Hermandad, resultando uno de los periodos más inolvidables de la historia de la Hermandad. Una de sus primeras iniciativas tuvo un enorme éxito: la propuesta y aceptación de S.M. El Rey, D. Juan Carlos de Borbón y Borbón, del título de Hermano Mayor Honorario de la Hermandad. En esos años se acomete una gran reforma del paso del Santo Entierro, con nuevos candelabros de parabrisas, entallados y una nueva Urna de estilo más próximo a la que presumiblemente tallara el gran Juan de Astorga a principios del siglo XIX. En 1988 se encarga al orfebre Manuel Seco Velasco una corona de oro para la Virgen Santísima, gracias a las generosas aportaciones del precioso metal que realizaron todos los hermanos de la Soledad en un tiempo record. A iniciativa de la Junta de Gobierno, considerando el honor que se debe a la Madre de Dios, se remite al Palacio Arzobispal solicitud de Coronación Canónica para Nuestra Señora, con su correspondiente y prolijo expediente, documentando la mucha antigüedad, devoción y milagros atribuidos a la Virgen Santísima. Tras varios años de espera, por fin en 1995 se recibe la feliz noticia de la autorización arzobispal para la celebración de Solemne Pontifical de Coronación, según el rito y procedimiento canónico establecido por la Santa Madre Iglesia. Tras un año repleto de actos diversos (conferencias, exposiciones, procesión en Santa Misión, triduo preparatorio, Pregón extraordinario a cargo de nuestro hermano Ignacio Montaño Jiménez, …), el día 15 de Junio de 1996, el Ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Arzobispo de Sevilla, Fray Carlos Amigo Vallejo (hoy felizmente Cardenal), coronó canónicamente a Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, en la Plaza de España de nuestro pueblo, que la aclama como su Reina y Protectora. La Hermandad procedió a la donación a la Iglesia de nuestro pueblo de un solar en la barriada del Carmen, para la futura edificación de un templo y unas dependencias para Cáritas. Desde entonces, se incorporó al calendario litúrgico de la Hermandad la celebración solemne de los aniversarios de la Coronación Canónica, con ejercicio de Triduo cada cinco años. Se incorporan asimismo al patrimonio de la Hermandad espléndidos bordados de Rosario Bernardino, como son: la saya de la Coronación, el Mediatrix, el nuevo faldón delantero del paso de Viernes Santo (bordado a semejanza del anterior), …



Y ya en estos últimos años, las diversas juntas de gobierno (encabezadas sucesivamente por Eduardo Velázquez Rey y Aurelio Domínguez Alemán) han apostado fuertemente por la restauración de las diversas piezas del extenso patrimonio artístico de la Hermandad, siendo reseñable la intervención practicada en 2001 por Enrique Gutiérrez Carrasquilla sobre la Imagen venerada de Nuestra Señora. En 2009, resulta nombrado Hermano de Honor nuestro hermano Ignacio Montaño Jiménez, en agradecimiento a su dedicación y vida entera volcada por y para la Hermandad. En esta etapa reciente comienza su andadura la organización de las Colonias de Verano para los más jóvenes; así como el Belén Viviente, recreación extraordinaria del nacimiento del Señor por las calles alcalareñas. El 15 de Junio de 2010, XIV aniversario de la Coronación Canónica de Nuestra Señora, el General del Aire don Eduardo González-Gallarza impuso su fajín de general a la Virgen Santísima en un emotivo acto, mostrando una vez más los lazos de unión de esta Hermandad de la Soledad con el Ejército del Aire, como se vislumbró igualmente en 1988 al encargar y donar nuestra Hermandad una Imagen de Santa Cecilia al acuartelamiento de la Aviación en Sevilla (Tablada).
 

Por último, reseñar la enorme satisfacción que ha supuesto este presente año de 2011 entre los hermanos de la Soledad la generosísima donación a Nuestra Señora de su fajín de Capitán General que ha tenido a bien realizar Su Majestad el Rey, don Juan Carlos de Borbón y Borbón, uniendo aún más a esta Ilustre Corporación con la Casa Real Española, hecho que ya estaba suficientemente corroborado con el nombramiento del Rey como Hermano Mayor Honorario en 1987, pero que ahora adquiere un cariz especialísimo con esta donación tan generosa a Nuestra Madre y Señora de los Dolores en su Soledad Coronada.






La gran apuesta de la Hermandad en estos momentos, como lo fue desde sus inicios, es la Caridad y atención a los marginados y más necesitados, recuperando el espíritu original de esta Corporación cuando tenía a su cargo, como decíamos, el Hospital de San Bartolomé. Así, son de resaltar las generosas aportaciones realizadas a la misión cristiana de Santa Cruz del Quiché (Guatemala), donde son atendidas sanitaria, educacional y religiosamente las personas más pobres de este país hermano. Y el gran proyecto, que actualmente está en sus fases iniciales, de la construcción del Complejo Asistencial “Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad Coronada”, para el cuidado de disminuidos psíquicos y sensoriales, que en los próximos años constituirá, sin duda, uno de los puntales de esta antigua e ilustre corporación. Al igual que la construcción de la que será nueva Casa-Hermandad en el solar anexo a la Capilla de San Gregorio, conocido popularmente como “Corral de La Mataora”.


En estos años, se han desarrollado diversos proyectos nuevos que están dando poco a poco sus frutos: la creación de un Grupo de Investigación Histórica dentro de la Diputación de Archivo (que edita sus hallazgos en la publicación La Espadaña); la creación del Aula de Música de la Hermandad (donde gran cantidad de hermanos con vocación musical reciben lecciones de solfeo y de interpretación); las convivencias de jóvenes procedentes de diversas localidades (que organiza con gran éxito la Juventud Cofrade de la Hermandad),…
Como hecho de gran relevancia acontecido en estos últimos tiempos, reseñar de modo especialísimo la generosa donación que ha tenido a bien efectuar de todo su patrimonio los hermanos Antonio Díaz Blanco y Dolores Martín López, constituido por una suerte de inmuebles y fincas rústicas y urbanas. Desde mediados de 2011 forman parte ya del patrimonio de la Hermandad, que les estará por siempre agradecida.
Con un presente de gran participación y compromiso de los hermanos de la Soledad en el desarrollo de todas las iniciativas que se están acometiendo, el futuro no puede ser más esperanzador, siempre con la mirada y la oración sentida y dedicada a la Virgen de los Dolores en su Soledad y su Divino Hijo, el Señor de la Misericordia, a quienes encomendamos nuestras almas y de los que nos declaramos hijos devotos.
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